Carlos Villacorta Valles
Todos los que observamos con detenimiento las noticias, nos damos cuenta de la tremenda diferencia que existe en su difusión y celebración. En el caso de la muerte, unas se celebran y otras se lamentan.
Por ejemplo, cuando muere un obrero se difunde como casos policiales o accidentes sin importancia y no se exige castigo a los responsables. Esto sucede cuando muere cualquier hijo de pueblo. Nadie lo lamenta. Quien sabe la alegría va por dentro (no de los familiares se entiende).
Pero cuando muere un “señorito” “hijo de papá” se difunde por todos los medios llenos de nostalgia y lamentaciones. Se hacen biografías y se exigen responsables para que reciban su merecido castigo.
Cuando cae abatido un policía en los lugares de conflicto interno, sea con el narcotráfico o con la guerrilla maoísta, se lo eleva al rango de “asesinato cobarde”, se hacen actividades de aprovechamiento de esas muertes, promesas y otras cosas. Hay lamentaciones.
Por qué nadie se pregunta ¿Dónde están los altos oficiales que no reciben ni un rasguño? O mejor, ¿qué es de los policías mutilados y de sus familiares que recibieron todos los honores?
Ahora se celebra la muerte del subversivo “Rubén”, al principio dijeron “camarada Rubén”, después se corrigieron. Nadie lamenta ni por formalidad de respeto a la desaparición de una vida. Celebran, la iglesia celebra. ¿Se puede celebrar una muerte? ¿Por qué?
Es tanta la celebración que el ministro del Interior, Octavio Salazar, se autotraicionó y dijo que la captura de “Rubén” es una muestra de que se va cerrando el cerco alrededor de “Artemio””. ¿Por qué dijo captura? ¿Es que acaso lo capturaron y lo mataron?
También dijo “que ‘Artemio’ caerá el día que caiga”, “no queremos dar plazos” "caerá el día que caiga" qué patética redundancia macabra. Hasta se confundieron de muerto, manchando el buen nombre de una persona inocente.
El pensamiento liberal tiene muertos que celebrar, muertos que lamentar y muertos que forjar por hambre y miseria.Nosotros seguiremos defendiendo la vida y la paz y toda muerte debe ser causa de lamentación, sea quien sea.
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