sábado, 26 de noviembre de 2011

Doscientos años de independencia y los límites del discurso para invisibles y excluidos en América latina (SEGUNDA PARTE)

Imprimir

(Del simposio Estética y Emancipación, UNAM 2,010)
Jesús Ruiz Durand

Texto de la ponencia presentada por Jesús Ruiz Durand en el Simposio Internacional en Estética y Emancipación: “Fantasma, Fetiche, Fantasmagoría”. Organizado por El museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM , University of California Humanities Research Institute y el Museu D’Art Contemporani de Barcelona. En Octubre del 2010 en Ciudad de Méjico DF.

Por su actualidad es justo difundirlo.


El festín de los corruptos

Las comunidades andinas y amazónicas ahora están más amenazadas por la voracidad trasnacional en busca de agua, minerales, madera y espacios protegidos libres para la agroindustria depredadora, el crimen organizado y el narcotráfico en un panorama apocalíptico de colapso inminente del balance ecológico planetario. La corrupción estatal generalizada a nivel global existe por que en principio existen los corruptores y ellos son los que forman los clubes de los países poderosos G7 G8 G10 o lo que se llame, en donde se crea y administra el gran capital y la gran empresa. El estado es el agente que viabiliza la presencia de la inversión a través de sus más variadas modalidades de gestión empresarial amañada, mafiosa y ventajista. Se distorsiona a favor del capital todo el aparato legal que regula los derechos humanos, los derechos laborales, la preservación del ecosistema, los derechos de las comunidades indígenas sobre sus territorios, la fuerza laboral, la seguridad social, los impuestos a las sobreganancias, las limitaciones a la polución industrial y desechos tóxicos. Los Lobbys activan su compra de concesiones y prebendas en las antesalas de congresos y palacios gubernamentales. Se pueden camuflar en leyes permisivas y atractivas al gran mercado y a la gran inversión industrial y financiera. Se puede comprar un país entero a trocitos, ya lo han hecho en muchos países latinoamericanos, los precios y tarifas de los premios, prebendas, comisiones de éxito o simplemente coimas  a todo nivel, están previstas como gastos operativos en las grandes empresas inversionistas. Las comunidades ancestrales andinas y amazónicas estaban de alguna manera protegidas por leyes que están siendo desmanteladas y modificadas para permitir que territorios que fueron considerados inalienables, intransferibles e intangibles, se conviertan ahora en tierras de posible y simple compra y venta. Otro bocado apetitoso más para la avaricia depredadora. La vieja alianza del dinero sucio y el poder en acción.  Esto que aparentemente es una  bienvenida forma de modernización, encierra un dramático trasfondo de depredación ecológica global junto a la estrategia de un operativo de exterminio cultural. Las tierras comunales intransferibles pueden desaparecer como unidad ecológica geográfica y cultural, por lo tanto el sustento físico  y simbólico de los grupos humanos que lo habitan. Las emancipaciones se alejan, las posibilidades de revertir la voracidad depredadora neoliberal se acentúa en su negación. La dinámica económica actual sólo es posible dentro de una carrera despiadada de lucro y extrema competición ventajista para el gran capital. El progreso de un país latinoamericano y su bonanza económica está ligado en gran parte a su alto nivel de corrupción estatal. La corrupción y el crimen organizado se convierten así en el omnipresente motor que hace marchar la economía de una nación. El mapa geográfico y económico de América Latina ha sido superpuesto por otro donde países enteros han perdido sus fronteras en una nueva configuración de poder del narcotráfico y el crimen organizado manejado desde la permisividad y complicidad oficial. La dinámica del poder paralelo del crimen de los cárteles se teje en una maraña de líneas de fuerza que atraviesa y maneja los mecanismos más visibles y recónditos de poder político y económico para su acción y prosperidad. La tristemente famosa “Escuela de las Américas” ha proporcionado oleadas de promociones de militares en toda América latina que han hecho el trabajo sanguinario más represivo y criminal de la historia de la región para resguardar los intereses de la inversión del gran capital. Muchos de los graduados por esa escuela, ahora convertidos en agentes y dirigentes del crimen organizado continental.

El arte de hoy y las nuevas emancipaciones

Las necesidades de emancipaciones han cambiado de espectro, a las libertades proclamadas en “La declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” de la revolución francesa del SXVIII, que es la referencia occidental de todas las constituciones del estado democrático, se han sumado otras liberaciones urgentes y emergentes, ya que el poder y la corrupción, ahora más interdependientes que nunca, ha multiplicado sus formas de influencia y accionar, se ha camuflado y diversificado, la violencia y la sutileza de su dinámica lo hace más peligroso; los valores han sido desplazados por sus antónimos.

Las libertades que nos reclaman también se han multiplicado. A las libertades políticas y económicas se han sumado las libertades en el universo simbólico creativo de la cultura. Valores extremos que comprometen la supervivencia del genoma humano y del planeta como fuente de vida y espacio habitable por seres vivos. La dinámica social en marcha ha convertido a todos los paradigmas humanos en espejismos irresponsables donde la crítica y la independencia de criterio no existe más que para alimentar funcionalmente el triunfo y el éxito de la opción menos humanista, más irresponsable y malsana.

Los medios masivos han sido capturados por grupos de poder que han convertido en ejemplos sociales y estéticos todo aquello que ayuda a convertir al ente social, a la población en su conjunto, en un rebaño irreflexivo, hipnotizado y adicto al racismo, a la estupidez, la vulgaridad, al consumismo compulsivo, al morbo y al arribismo. La educación convertida en mercancía y la cultura desatendida por el estado, arrinconada con presupuestos ridículos. Estamos en manos de los empresarios que sólo persiguen el lucro y trepar en el “rating”; el estado sin política cultural, o ésta abandonada a su suerte.

Por fortuna, el arte es uno de los baluartes donde podemos ejercer nuestra acción creativa, cuestionadora y correctiva. Todavía es un espacio efectivo de acción donde el concepto y la creatividad están  por sobre el poder. El arte es nuestro terreno de acción. Nuestro alimento es la vivencia atenta, vigilante e intensa, nuestra obra recoge la huella de nuestra época y la convierte en símbolo. Nuestra sensibilidad y poética es nuestro capital, nuestra maestría de oficio es nuestra herramienta de expresión. La creatividad estética siempre ha sido alimentada por la vigilia del corazón y de la razón. Vigilia para actuar y ejercer nuestro derecho de experimentar las facultades humanas que nos enriquecen y nos hacen libres, autónomos, creativos gozosos y solidarios, amantes de la ética y los valores. Vigilancia para no dejarnos embaucar por publicistas y gobernantes corruptos.
 
Nuestra cadena emancipadora como artistas y gente del arte deberá dinamizar nuestras liberaciones para enriquecer nuestro ejercicio artístico que va perdiendo cada vez más su trascendencia y brillo. Los excesos teóricos de un conceptualismo narcisista con explicaciones y reflexiones textuales hipertrofiadas interminables vienen alentando una actividad artística con discursos  autistas y maniáticos cuando no banales, desechables e inocuos.  

El arte tiene ahora una impresionante actividad para producir eventos y obras intrascendentes de baja o nula intensidad en muchos casos con fijaciones estériles.

El arte todavía no ha podido digerir o fagocitar positivamente aquello que alguna vez era su antípoda y se aventuró a incluirlo en su lenguaje: el kitsch, la vulgaridad, el morbo, la huachafería, el adefesio y la mediocridad; más por el contrario ha sido invadido y en muchos casos desplazado por todo ello. Estamos rodeados e invadidos cada vez más por “obras de arte” que deben ser “sustentadas” o explicadas por sesudos curadores, críticos y especialistas; el pobre espectador común y corriente está desamparado frente a tales genialidades. Los grandes eventos artísticos de nivel mundial como las bienales de Venecia  y Kassel también han sido invadidas y plagadas de obras de muy dudoso valor, gracias a la gestión de férreos círculos  de curadores fundamentalistas. El público se aburre en esos eventos y huye de salas plagadas de obras de principiantes que muestran sus balbuceos aspirantes a las artes digitales y a las artes conceptuales.

Hay mucho de entropía y falsedad en todo esto. Añadido a todo ello, y justamente por eso, es notoria la omnipresencia de un nuevo personaje reinventado y reciclado en nuestros días: El Curador, el curador como creador-manipulador de rumbos estéticos y su creciente poder de influencia en el ámbito del arte contemporáneo. Claro que hay curadores y curadores, hay de los buenos y de los otros, y de todos los pelajes. En muchos casos nefastos y esperpénticos. Quizás debamos librarnos de la presencia ambigua y de la influencia de algunos curadores y sus excesos. Muchos de ellos son  capaces de armar bienales completas con ocurrencias banales de artistas que no tienen obra y pueden llenar salas inmensas con desechos e ideas ridículas. 

Los catálogos son cada vez más voluminosos, mejor diseñados y escritos en un metalenguaje indescifrable pero su contenido es tan chato, carente de interés que hace del objeto un bodoque totalmente desechable. Con contadas excepciones estas mega exposiciones se convierten en eventos mediáticos muy bien cubiertos por los medios como evento social que potencia su frivolidad e intrascendencia.

Hacemos un arte cada vez más enfermizo, menos alegre, menos bien hecho, más sicópata, aburrido, envilecido, morboso y tontolín. Muchos de ellos más parecen informes clínicos para el interés del siquiatra del artista o para el historiador del arte que ya no tiene nada que historiar. Arte para tontos por la obviedad de sus intenciones. Arte sin encanto ni magia, arte desechable, arte chatarra, frívolo e intrascendente, arte charlatán. Arte más ligado al entretenimiento y en el mejor caso al ingenio que al talento.

Quizás debamos empezar una emancipación de los paradigmas estéticos globalizados que van por ese camino, una especie de callejón sin salida. Quizás debamos aprender la hermosa lección de frescura, vitalidad, espontaneidad, júbilo alegría y humor de nuestras artes populares. Quizás podamos nutrirnos aún de las experiencias vitales en la ritualidad festiva de la vida de los pueblos originarios, de su respeto y hermosa relación umbilical con la madre tierra y la naturaleza, podemos aprender de la solidaridad y complicidad humana de las clases marginales y sus manifestaciones estéticas y vitales.

Quizás tengamos que cuestionar seriamente nuestra dinámica y nuestros códigos de reconocimiento del valor de nuestro campo y ámbito en las artes que practicamos. Somos herederos de un inmenso, sofisticado y exquisito  legado cultural; no somos los desamparados hijos de Eva en este valle de lágrimas, somos el producto de una riquísima, impura e híbrida cultura, seamos dignos de ella, alimentémonos de sus raíces y reconectemos nuestro talento con una energía creativa renovada y atenta a la modernidad, a sus valores desvalores y tentaciones. Nutrámonos de esa savia ancestral y enriquezcamos nuestro lenguaje con los favores y ventajas de la tecnología. Ingresemos en la tecnología, no como aficionados irresponsables sino con aspiraciones de virtuosos para que nuestros proyectos accedan a un nivel respetable.   Somos los que creamos y creemos en el arte como posibilidad de goce y acción creativa, de sabiduría crítica y vivencia humana independiente exquisita y vigilante de todo aquello que consideramos valioso, superior y delicado del hombre. No somos los infrahumanos a quienes se dirigen nuestros medios masivos de comunicación.

El texto completo en: 

No hay comentarios:

Publicar un comentario