(Del simposio Estética y Emancipación, UNAM 2,010)
Jesús Ruiz Durand
Texto de la ponencia presentada por Jesús Ruiz Durand en el Simposio Internacional en Estética y Emancipación: “Fantasma, Fetiche, Fantasmagoría”. Organizado por El museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM , University of California Humanities Research Institute y el Museu D’Art Contemporani de Barcelona. En Octubre del 2010 en Ciudad de Méjico DF.
Por su actualidad es justo difundirlo.
Recordaris necesario
El proyecto colonizador como aventura militar, económica y religiosa del siglo XVI transformó la geografía, la cosmovisión y la estructura del poder del mundo renacentista. El nombre de Cristóbal Colón selló con su apelativo derivado en “Colonialismo” una síntesis de las agresiones militares exitosas que incluyen las modalidades de aventura militar, invasión, misión científica, avanzada de exploración, pillaje, saqueo, depredación, esclavización, segregación, latrocinio, genocidio, etnocidio, expansión de mercados y evangelización forzada. El llamado nuevo mundo despertó la codicia de Europa, España se atribuyó la misión de conquistar estos reinos salvajes para la civilización occidental y para la iglesia con la bendición del Papa.
Muy pronto la aventura se convirtió en franco saqueo, pillaje y depredación inmisericorde. La turba militar española compuesta por aventureros, mercenarios, analfabetos, soldados de alquiler, criminales excarcelados, frailes, perros sanguinarios y esclavos hicieron el trabajo sucio aplaudido por la corona. El botín pasaba de una mano a otra y lo que llegaba a España, si es que llegaba, era dilapidado alegremente. Las guerras entre los reinos de Europa se definían y compensaban en el mar Caribe, historias de conquistadores-depredadores que eran despojados del producto de sus saqueos por piratas y corsarios que trabajaban para los reyes vecinos a España. Estos mismos tesoros terminaban siendo los préstamos bancarios a la eternamente endeudada corona española, ladrones que roban a ladrones para prestárselos con intereses. Los activos agentes voraces y sanguinarios de la corona autorizados para la exacción, robo, asesinato, depredación y pillaje. Es la presencia protagonista del colonizador como guerrero depredador, recolector, recogedor de los tesoros para la realeza, misionero pacificador, civilizador, carnicero, súbdito de la corona real y de la corona pontificia.
La Geografía religiosa de la iglesia romana consideró al planeta como su propiedad de tal forma que pudo trazar en el globo las líneas que limitaban los regalos del Papa a los reinos de España y Portugal. El nuevo mundo, o las llamadas indias occidentales fueron consideradas tierras del demonio que había que conquistar para el reino de dios. Misión de la modernidad renacentista y la construcción del imaginario civilizador occidental y cristiano. Misión y visión fundamentalista del paradigma de la avaricia exitosa judeo-cristiana. Los ideólogos políticos y religiosos construyeron el aparato conceptual para justificar, en todos sus aspectos, la empresa colonial e integrar al nuevo mundo como parte del universo humano y complemento del viejo mundo como proyecto civilizatorio y evangélico. Las Civilizaciones Amerindias originarias como objetivo de depredación y como sujeto de extinción.
Pasadas las tormentas apocalípticas, el tiempo se encargó en transformar la tragedia, en mestizaje, fusión de multiculturalidad e hibridación dejando profundas heridas abiertas en grandes sectores humanos ignorados y sometidos a un permanente y renovado proceso de negación y exclusión. Surgieron los movimientos independentistas y emancipatorios. Así aparecieron en el panorama occidental naciones pintorescas y variopintas de indianos aspirantes a la modernidad y a la civilización occidental. Nacieron en el siglo XIX en Latinoamérica las flamantes repúblicas, bocetos de repúblicas y republiquetas. Las nuevas élites del poder nacional sustituyeron la administración del poder de la corona, en medio de luchas intestinas. Las clases populares y la población indígena, sin rostro y sin acceso al poder. Aparecen las naciones americanas independientes y emancipadas nominalmente tratando de construir su identidad y presencia política. Se trata de naciones que reconocen a su interior una multiplicidad de grupos culturales disímiles, alejados de los cánones occidentales según su grado de mestizaje. En la periferia, las naciones indígenas desatendidas, excluidas, invisibles, ignoradas del corpus social. La emancipación los excluyó y los consideró una carga incómoda negativa irresoluble. Los proyectos nacionales que dibujan y desdibujan sus precarias líneas democráticas no los incluyen ni los nominan tampoco asumen un proyecto viable.
La historia de las naciones de América Latina nos cuenta de los esfuerzos independentistas y de los movimientos emancipatorios culminados de alguna manera que ya celebran doscientos años de existencia. Sin duda lo fueron en términos globales y generales. Ahora que examinamos la polisemia del término Emancipaciónpodemos enriquecer los esquemas simplistas de su acepción histórica. La independencia política como estado nación de la corona española es un hecho conquistado. Las clases políticas que asumieron el poder no terminan de consolidar el rostro del aparato formal de su estructura social. La emancipación viene llegando como por oleadas que baña con sus bendiciones a los sectores sociales que se consolidan, pero existen otros que casi no han sido tocados por la varita mágica de la independencia y la emancipación, mas al contrario han acentuado en el mundo global, su vulnerabilidad y el riesgo de su supervivencia como grupo social y civilización dueña de su universo simbólico.
De híbridos, invisibles y subalternos
Las luchas y emancipaciones americanas han creado subalternidades por estratos superpuestos de inclusión y exclusión. Las cadenas de exclusión de los proyectos postcoloniales independentistas y emancipatorios se evidencian en sectores humanos que no han llegado a ser integrados en el aparato nacional. La sustitución de subalternidades en los proyectos políticos nacionales ha creado ciudadanías diferenciadas en derechos económicos, culturales, sociales y políticos. Existe un tejido complejo de subalternidades de poder cuyos mecanismos no son simplemente económicos ya que entremezclan factores culturales, raciales y étnicos en su dinámica política y económica. Ciudadanos subalternos en una escala de poder y acceso que multiplica la diferencia en su viabilidad social.
La economía globalizada hace que el estado tenga un nuevo rol en América Latina. La dinámica económica neo liberal exige características cada vez más compulsivas para desmantelar el aparato estatal y crear relaciones permisivas y tolerantes a una dinámica económica de lucro y ventaja extrema para el gran capital. La organización y administración de nuevas formas de ciudadanía diferenciadas en niveles de inclusión hace que coexistan ciudadanías invisibles sin acción, voz y poder. Las utopías de las emancipaciones se alejan cada vez más pues son emancipaciones frustradas que se unen a la cadena de subalternidades que se perenniza en los sectores sociales excluidos. Las emancipaciones que apuntan a los derechos humanos, a los derechos de las poblaciones originarias, a los derechos de una justa legislación laboral y a normas que respeten la preservación y protección ecológica del medio ambiente son los temas más sensibles que determinan el interés de los inversionistas del gran capital. El capital exige legislaciones que mermen y nieguen derechos nacionales elementales que son para las naciones la razón de su existencia y soberanía. El gran capital se las arregla para obtener las concesiones más ventajosas de los gobiernos bajo tarifas de corrupción ya estandarizadas y previstas entre sus gastos generales. El círculo de la corrupción se completa para anular las reclamaciones justas, el fantasma de la denominación estatal de “terrorismo” surge como recurso represivo para acallar cualquier intento de reclamaciones en conflictos con la gran empresa sobre derechos laborales o reclamaciones de depredación del medio ambiente o derechos de las comunidades originarias. La tecnología del “Lobby” y la corrupción como mecanismo ineludible ha hecho que a nivel mundial, el 90% de los gobernantes y su más altos colaboradores esté incluidos en investigaciones por actos de corrupción generalizada, muchos de ellos en prisión y en su mayoría sobreviviendo en el sobresalto y el chantaje.
Las diferenciaciones sociales que estructuran la economía y el universo simbólico se manifiestan cuando la clase dominante maneja y gerencia su aparato económico y genera su universo simbólico a través de la cultura dominante. Todos los códigos y mecanismos de inclusión, exclusión, marginación y acceso al poder provienen de la interacción de la mecánica económica y la construcción cultural dominante. Paradigmas culturales construidos en base a un nivel selecto de consumo y a su relación con el poder y la producción y consumo de bienes. El aparato social se conduce por la dinámica económica y su construcción simbólica, la cultura.
Néstor García Canclini, en su libro: Diferentes, desiguales y desconectados aborda el tema de los niveles culturales y nos propone: ”La diferencia entre los niveles culturales se establece por la composición de sus públicos (burguesía, clases medias y populares) por la naturaleza de las obras producidas (obras de arte, de entretenimiento y mensajes de consumo masivo) y por las ideologías político estéticas que las expresan (aristocratismo esteticista, ascetismo y pretensión, pragmatismo funcional). Los tres sistemas coexisten dentro de la misma sociedad capitalista porque ésta organiza la distribución desigual de todos los bienes materiales y simbólicos.”
Podríamos añadir a esto la presencia casi invisible de grupos humanos que no llegan ni alcanzan las caracterizaciones de las clases del último nivel inferior que según esta clasificación serían las clases populares. La población indígena, no llega a incluirse como clase popular. La población de niveles de menor mestizaje, las llamadas poblaciones originarias, los indios, llámense campesinos, selvícolas, amazónicos, o poblaciones étnicas aborígenes desconectadas del aparato social y los códigos sociológicos que los incluyen en los proyectos nacionales democráticos o sus variantes y aproximaciones. Es la población indígena que sobrevive como diferente, desigual, “invisible” y desconectada a la vez. En muchos casos sin registro ciudadano, indocumentados en su propio territorio, sin títulos de propiedad ni licencia alguna. Simplemente son “invisibles” a la organización estatal. Y aunque tuvieran todo ello, son ciudadanos de “segunda o tercera clase” como los denominara un gobernante peruano en una de sus frases que lo retratan de cuerpo entero.
Las poblaciones de las comunidades indígenas de América del norte, centro y sur, los pobladores de las selvas tropicales y del Amazonas son los grupos humanos que sobreviven en su propia forma de resistencia de ecosistema cada vez más estrecho y ahora amenazado por la cara más agresiva del capitalismo salvaje. Gran parte de las poblaciones amazónicas fueron las que tuvieron que ser “Limpiadas” a punta de Napalm de sus territorios para dar paso a las grandes empresas transnacionales en los años sesenta que llevó el gran capital al Brasil, en el gobierno militar más represivo de su historia. Este episodio ha tenido muchas modalidades en la historia de América, desde el exterminio y saqueo español desde el siglo XVI, acompañado de la destrucción de sus universos simbólicos a través de empresas ideológicas y militares. En el Perú del SXVI y XVII se llevó a cabo un operativo denominado “Extirpación de idolatrías” para destruir cualquier vestigio cultural y religioso ancestral. La empresa militar del saqueo material, fue paralela a la destrucción del universo simbólico encubierta por un proyecto religioso y civilizatorio. La masacre y exterminio de los pieles rojas por los colonos blancos en América del norte. La masacre de los amazónicos por los portugueses en el Brasil. Posteriormente en el siglo XIX e inicios del XX se inicia el gran despliegue de inmigración europea a la Argentina , Uruguay, Paraguay y Chile. Los nuevos colonos europeos recibían entre los pertrechos y herramientas entregados por el estado, un buen lote de armas y municiones para un operativo encubierto inicial de “limpieza étnica” y exterminio racial de los indígenas, es así cómo las poblaciones originarias fueron disminuyendo progresivamente en estos países latinoamericanos.
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